viernes, 30 de octubre de 2009

Mi rival es su mamá

Todos sabemos lo complicado que resultan las relaciones de pareja: tenemos que lidiar con los celos, tratamos de entender que nuestro novio a veces quiere estar sólo con sus amigos, debemos ser comprensivas si el tipo no quiere salir el fin de semana porque prefiere ver “el juego” pero ¿Qué pasa si además de todo esto, debemos soportar a una suegra acaparadora y a un hijo con “mamitis”?


Hablemos claro: si aún cuando su madre es un fastidio tu novio tiene la suficiente independencia y madurez para darte, delante de ella, el puesto que te corresponde; entonces, el problema de la suegra se suaviza y lo que se requiere es un poco de tiempo para que la señora termine de aceptarte.

El verdadero rollo se presenta si la mamá es pesada y además tu pareja celebra todas sus opiniones, aún cuando te perjudiquen. O peor todavía, si ese amor por su madre se traduce en una insoportable “mamitis”.

Si ese es tu caso amiga, te cuento que no es mucho lo que puedes hacer, pues pelear con la madre de tu novio difícilmente dejará el marcador a tu favor.

Los hombres que padecen de “mamitis”, generalmente, viven en un entorno familiar de sobre protección y desde pequeños han establecido fuertes lazos de dependencia con su madre, que no tienen intención de romper. Incluso, les parece súper normal ese apego, y consideran que la novia debe adaptarse a esta situación.

Una cosa es tolerar a una suegra de mal carácter y otra, muy distinta, es tener que aceptar las críticas y quejas constantes de la madre de tu novio, sin que él haga algo al respecto porque le parece que su madre siempre tiene la razón.


Hay ciertos casos donde la relación madre e hijo pierde el equilibrio y se trasforma en un asunto patológico. Estos casos fueron denominados por Freud como complejo de Edipo. Todo surge de la antigua leyenda griega, que cuenta que un niño príncipe fue condenado a morir por haberse profetizado y que estaba destinado a asesinar a su propio padre. En una de sus peleas mata al rey de Tebas, ignorando que se trata de su progenitor. Después salva a los tebanos de los ataques de la esfinge resolviendo el enigma de ésta; por lo que el pueblo agradecido pone a Edipo en el trono vacío del rey que acaba de ser asesinado y siguiendo una costumbre, le dan por esposa la viuda de este rey (madre de Edipo).


Es a partir de este relato que Freud estructura el complejo de Edipo, una conducta que aparece entre los tres y cuatro años de edad. El niño pierde la autonomía que había ganado y se enamora profundamente del padre del sexo opuesto.

Pero recuerda: ocurre en la infancia, no a los 20, 30 o 40 años. Si tu pareja no puede superar la mamitis y estás en una relación donde más de una vez las peleas giran en torno a las opiniones de tu suegra lo mejor es que salgas de eso.

Estamos en el siglo XXI y la liberación femenina nos caracteriza; necesitamos hombres que vivan a nuestro mismo ritmo, que nos apoyen y sobre todo que nos den el puesto que merecemos sin que eso signifique, claro está, aislarlo por completo de su familia.